El pasado día 26 de octubre, Windows 8 debutaba en el mercado. Durante la fase inicial de estreno, la acogida del nuevo sistema operativo de Microsoft
está siendo tibia. Los fabricantes de hardware habían puesto sus
esperanzas en esa nueva versión para la activar las compras de equipos.
Sin embargo, durante el primer mes de vigencia las ventas incluso han
caído. Al menos es lo que ha sucedido en Estados Unidos, según la
empresa de investigación de mercados NPD Group, que ha
detectado una descenso de un 21 por ciento respecto al mismo periodo del
año anterior. La mayor pérdida es para los ordenadores portátiles con
una reducción del 24 por ciento en un año, frente al 9 por ciento de los
equipos de sobremesa.
Windows 8 no está teniendo un buen comienzo. Durante las cuatro primeras semanas, sólo un 58 por ciento de los equipos vendidos llevaba Windows 8, según NPD Group. Esto contrasta con el éxito de su predecesor, Windows 7, que en un periodo equivalente conseguía convencer al 83 por ciento de los consumidores. Tampoco se están vendiendo tabletas con Windows 8, que sólo representan el 1 por ciento de las ventas. No son los únicos malos datos. Puget Systems,
un ensamblador de PC especializado en máquinas de alto rendimiento,
destaca que desde la presentación de Windows 8, han vendido entre un 80 y un 90 por ciento de equipos con Windows 7 preinstalado. Sus clientes prefieren la familiaridad de Windows 7
frente al nuevo operativo. Los responsables de la compañía además
señalan que a los usuarios no les gusta la nueva interfaz de usuario de Windows 8, porque está demasiado centrada en lo táctil; sobre todo echan de menos un botón y un menú de inicio.
Los datos aportados por Puget Systems no son extrapolables al conjunto del mercado, ya que se refieren a consumidores de equipos de sobremesa de alto rendimiento.
Sin embargo, ese grupo de clientes son aquellos que pueden elegir un
equipo a medida de sus necesidades. Por el contrario, en los ordenadores básicos,
el consumidor ostenta un menor control a la hora de elegir la versión
del sistema operativo preinstalado, y allí son los fabricantes los que
mandan; para ellos resulta más rentable negociar con Microsoft un alto volumen de licencias.
En el sitio web de Microsoft aún no figura ninguna fecha que marque el fin de la comercialización de Windows 7,
ni en las tiendas al por menor, ni preinstalado en ordenadores nuevos.
Por lo tanto, no está claro hasta cuándo los ensambladores de equipos
informáticos van a poder seguir vendiendo máquinas con la versión
anterior del operativo. Sin embargo, la costumbre de la compañía suele
ser permitir la comercialización durante un plazo de dos años desde el
lanzamiento. Es lo que sucedió con Windows Vista. Si eso se repite, los ensambladores de ordenadores podrán seguir vendiendo equipos con Windows 7 preinstalado hasta octubre del año 2014.
De cualquier manera, existe otra alternativa para los consumidores que prefieren Windows 7: comprar un ordenador con una licencia de Windows 8 Pro
con derechos para instalar una versión anterior, y luego activar
Windows 7 Professional. No obstante, los propios ensambladores de
equipos informáticos reconocen que no es una solución adecuada para
realizar de forma masiva. Lo cierto es que, en la actualidad, Puget Systems sigue vendiendo máquinas con Windows XP, once años después de su debut, a clientes que necesitan instalar aplicaciones propietarias en sus sistemas.